Rutas de senderismo y alpinismo

Nacimiento y Cascada del Río Cuíña, en el Corazón de Ancares

Hoy os invito a conocer al que muchos consideran el auténtico corazón de Los Ancares, el Nacimiento del Río Cuíña, un lugar escondido al pie del Circo glaciar del Cuíña, en las profundidades de la Hoya de Ancares, al que se accede, no sin cierta dificultad, por senderos ancestrales, condenados al olvido y destinados a perderse. Para ello os propongo una ruta de 11,5 km que parte de las inmediaciones de Tejedo de Ancares y asciende al lugar en cuestión siguiendo el Camino de las Minas del Cuíña y la Senda de la Cuesta el Campanario.

Partimos del Área recreativa de Tejedo, ubicada en el km 23,8 de la carretera que sube al Puerto de Ancares (LE-4211), kilómetro y medio por encima de Tejedo de Ancares. Allí, junto a una fuente, se ubica la pequeña Ermita de la Magdalena, patrona del pueblo y en honor a la cual se celebra una romería anual el último domingo de julio. Este es uno de los dos templos con los que cuenta Tejedo. El otro, la Iglesia de San Juan Bautista, está dentro del caso urbano.

Arrancamos por asfalto en dirección al puerto, pero tras unos 200 m nos desviamos por un sendero que sale a la izquierda (Camino de las Minas del Cuíña) y cruzamos el río Cuiña por un puente de cemento.

Enseguida encontramos 3 bifurcaciones: en la primera seguimos por la derecha, en la segunda (en realidad una trifurcación) lo hicimos de frente, y en la tercera de nuevo por la derecha. En esta última, un cartel que reza “Minas” apunta en nuestra dirección.

Las Minas del Cuiña estaban emplazadas en la Hoya de Ancares. Eran 2: la mina del Acebalín o “Pilar” y La Venera o “Jesusa“. Ambas abastecían de hierro a la Ferrería de Tejedo, que se construyó en un prado a orillas del río Ancares denominado “El Carrizal” y que estuvo operativa entre el año 1788 y finales del S.XIX.

Comenzamos a subir suavemente por un frondoso bosque. Tras pasar sin dificultad una valla para el ganado y vadear el Arroyo de Entrambosrríos, tenemos dos opciones. Una es el camino, que sigue por la izquierda tirándose ligeramente hacia la ladera de Mortal de Galegos, pero que está un tanto cerrado por silvas durante unos 600 m. A día de hoy se puede pasar, pero es un tanto farragoso. La otra es ir por la derecha atravesando las praderas aledañas y sus cercados, con lo que se evita el problema (cosa que nosotros hicimos a la vuelta).

Ambas vías se juntan en un pequeño arroyo, único punto en el que se puede pasar un cercado. Eso sí, colándose con singular habilidad entre la valla y el tronco que hay a su derecha.

Luego se vuelven a separar durante otros 300 m, para volver a unirse definitivamente en la intersección con un sendero que viene por la derecha desde la carretera, el cual se transforma enseguida en un camino ancho.

Poco después de pasar bajo una pedrera y atravesar un arroyo que se desprenden por la ladera de Mortaldoso, llegamos a una campa, puerta de entrada a la Hoya de Ancares.

A los pocos metros nos topamos de nuevo con el río Cuíña. El Camino de las Minas sigue de frente vadeándolo, pero nosotros nos desviamos a la izquierda antes del mismo para encarar la ladera por un sendero pedregoso y empinado (Senda de la Cuesta el Campanario).

Pasado un pequeño acebal y un arroyo, la pendiente afloja un poco en una segunda campa, desde la que ya divisamos el anfiteatro rocoso que enmarca la Hoya de Ancares.

A partir de ahí la subida se endurece bastante por un precioso bosque poblado de abedules, robles, acebos, y algún que otro arce y tejo. La senda se estrecha y se difumina un poco, por lo que hemos de seguir los hitos puestos por generosos montañeros. A nuestra derecha, el río se oye más que se ve, pero de vez en cuando aparece formando pequeños saltos de agua.

A unos 1330 m de altitud, merece la pena desviarse ligeramente de la senda para visitar una preciosa cascada, generada por el Cuíña al precipitarse por una pared rocosa de unos 15 m de alto. En época estival, el musgo subyacente adquiere varias tonalidades de verde, ocre y rojo, creando un precioso mosaico multicolor.

Pasada ésta, nos corta el paso una pared rocosa que se salva sin gran dificultad por la izquierda.

Por encima, la vegetación da paso al descomunal canchal que tapiza la cara N de los Picos Campanario y Cuíña. Guiados por hitos, ascendimos por él unos metros más hasta alcanzar la Cuesta el Campanario (1410 m). Así se conoce al plateau ubicado al pie del Nacimiento del río Cuíña, que el IGN sitúa en la enorme grieta que quiebra verticalmente el farallón rocoso que tenemos enfrente.

La vuelta la hicimos por el mismo camino de la ida, con la salvedad de que evitamos el tramo de silvas atrochando por los prados del margen derecho del río.

Descubre más detalles acerca del recorrido y de la zona en los siguientes enlaces de nuestro blog y de Wikiloc:
Nacimiento del Río Cuíña en la Hoya de Ancares (Cuesta el Campanario) desde el Área Recreativa de Tejedo
La ruta en Wikiloc

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