En bici por las Fragas interiores de Bezoucos (Baixolo, Xunqueira, Va, Prismos, O Campanario y Limodre)

Esta semana nos vamos hasta la Costa Ártabra, para descubrir las Fragas de la zona interior de la Península de Bezoucos, topónimo en desuso que hace referencia a la antigua “Bisaquis”, la lengua de tierra que se interpone entre las Rías de Ares y Ferrol.

Para ello os propongo una ruta de 23 km, con principio y final en O Bosque (Redes), que recorre las Fragas de los ríos Baixolo, da Xunqueira y de Va (o Sar), Prismos, O Campanario y Limodre. Nosotros la hicimos en bicicleta de montaña, pero también se puede hacer caminando. Desde el punto de vista técnico, el recorrido es bastante ratonero, con alguna rampa muy dura y ciertos pasos técnicos, pero nada imposible.

Las Fragas se extienden por el entorno de 3 ríos:

1) El río Baixolo, que nace en Barracido y desemboca en la playa de O Raso.

2) El río da Xunqueira, que nace en las inmediaciones de O Lodairo y desemboca en la Playa de la Ciscada (Ares).

3) El río de Va, que es el más importante de los ríos que surcan la Península de Bezoucos. Nace en la Fraga de Prismos, al sur del polígono de Vilar do Colo y al norte de Limodre, en un escondido lugar sobre el Muiño de Petra. Discurre por los municipios de Cabañas, Fene y Mugardos, y desemboca en la Ría de Ferrol a la altura de O Seixo. El IGN se refiere a él en sus mapas como río Sar, aunque no hay que confundirlo con el compostelano afluente del Ulla del mismo nombre, que inmortalizó Rosalía de Castro.

En la Fraga de Prismos se halla el Castro de Prismos, una selva de eucaliptos y densa vegetación baja, que figura en la “Geografía del Reino de Galicia” de Carré Aldao.

Y en la Fraga de Limodre se esconde el Marco de San Lourenzo, un lugar “sagrado” o mágico, en el que desde hace décadas (hay fotos anteriores al año 1972) se llevan a cabo rituales curativos.

Fraga de Limodre. Camiño do Marco de San Lourenzo.

El tramo más espectacular del recorrido está en la Fraga de O Campanario, una herradura mágica, en el que la estrecha senda serpentea y se abre paso milagrosamente entre el espeso bosque, cruzando riachuelos por improvisados tablones.