En un perdido lugar de La Alcarria se yerguen desafiantes dos muelas calizas sobre el Parque Natural del Alto Tajo. Ambas han sido testigos mudos de múltiples contiendas bélicas a lo largo de la historia, en las que fueron utilizadas como torres de vigilancia por unos y por otros. Su génesis se remonta al Terciario Superior, en el que se gestó el páramo alcarreño, al depositarse sedimentos calizos en el fondo del inmenso lago que por entonces cubría la mitad de la Península Ibérica. Posteriormente, la acción erosiva de los ríos Tajo y de la Solana ha ido modelando y horadando esa plataforma durante miles de años, dando lugar a estos “cerros testigo”. El premio Nobel español Camilo José Cela se refirió a ellas en su famoso libro de viajes por la comarca (1948) como “cucurucho cortado antes de la punta“. Aunque dicen que él nunca las subió, sino que solo las vio desde la lontananza en su primera visita (1946) y las sobrevoló en globo en la segunda (1985), lo cual no es de extrañar dado el porte montañero del brillante literato, que desde luego no estaba entre sus múltiples cualidades. Sí lo estaba el hacer uso de un verbo desenfadado y su fama de “hombre fornicador y tragaldabas”, por lo que bien pudo ser el que puso nombre a nuestras cumbres. Pero no fue así. Su denominación es anónima y a buen seguro mucho más antigua, ya que están incorporadas en el refranero popular de La Alcarria, que dice de ellas “muchos las ven pero pocos las maman“. Su obsceno apodo hace referencia a su singular perfil: cumbres amesetadas y denudadas, flancos boscosos y poca distancia entre ambas, lo que les confiere un aspecto gemelar que bien puede evocar, en una mente predispuesta eso sí, al de los pechos de una dama yacente. No obstante, su nombre no siempre fue tan pícaro y propenso al chascarrillo y broma fácil, ya que en la época de la Reconquista se las conocía como “Peñas Alcalatenas” o “Alcatenas” (derivación del vocablo árabe “Al-qual´atian“, que significa “los dos castillos”) y años más tarde como “Peñas de Braña”. A la más septentrional se la llama “La Larga” (1141 m) y llegar a su cima es una empresa solo apta para escaladores. A la otra se la conoce como “La Redonda” y es un metro más alta que su hermana (1142 m). Por suerte, una escalera de metal de 21 peldaños permite salvar su talud suroriental y acceder a su cumbre, en la que, según cuenta una oscura leyenda, las noches de luna llena se reúnen los brujos de La Alcarria, que entre conjuro y conjuro se emborrachan con aguardiente y churú (un licor elaborado con tres partes de mosto y una de aguardiente) robados en las bodegas de Morillejo.
Son las “Tetas de Viana” y esta semana os propongo conocerlas realizando una ruta lineal de 12 km (ida y vuelta) y unos 400 m de desnivel, que asciende a la Teta Redonda desde Trillo. Hay otra opción para subir, más corta y con menos desnivel, que es desde Viana de Mondéjar, a quien pertenecen los cerros, pero como decía Cela “las Tetas, desde el sur, son mucho más feas, aparecen desgarbadas, deformes, como torcidas“. Antes de partir, merece la pena darse una vuelta por Trillo (732 m), un pueblo alcarreño ubicado a orillas del río Tajo, que en tiempos de los romanos hacía de frontera entre Carpetania y Celtiberia y que hoy alberga la central nuclear más moderna de España. Por sus calles corre el río Cifuentes, que forma bajo las casas unos hermosos saltos de agua antes de morir en el Tajo.




El recorrido sigue inicialmente las trazas del Camino de la Lana hasta la base de las Tetas. Se trata de un itinerario jacobeo que une Alicante con Burgos, donde enlaza con el Camino de Santiago Francés, y que en esta parte de Guadalajara discurre entre Viana de Mondéjar y Cifuentes.

El siguiente tramo de la ascensión se realiza por una estrecha senda que remonta con bastante pendiente la falda NO de la Teta Larga, finalizando en el Collado entre las dos Tetas (1081 m), donde confluye la pista que sube desde Viana. El ataque final a la cumbre de La Redonda comienza con una corta rampa, protegida en algún tramo con una barandilla de madera. Luego se complica un poco, primero con un tramo de derrubios, en el que podemos ayudarnos de una cadena fijada a la roca a modo de pasamanos, y después con la mencionada escalera, casi vertical, que al estar protegida con hierros para evitar caídas, no permite siquiera pasar por ella con la mochila a cuestas. La amesetada cima de la Teta Redonda (1144 m) está coronada por un vértice geodésico y sus vistas hacen honor a su condición de “techo de La Alcarria”.



Descubre más detalles acerca del recorrido y de la zona en los siguientes enlaces:
Las “Tetas de Viana” desde Trillo por el Camino de la Lana (Parque Natural del Alto Tajo)
La ruta en Wikiloc
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