Lugares con encanto

En busca de la Aurora Boreal desde Saariselkä (Laponia Finlandesa, Círculo Polar Ártico)

Esta semana nos vamos hasta la Laponia finlandesa, también llamada “Lapland“, la región más al norte de las 19 que componen Finlandia, el más oriental de los países nórdicos. Este territorio salvaje y de clima hostil está dentro del Círculo Polar Ártico, cuya puerta de entrada es Rovaniemi, capital de la región y famosa por ser “la ciudad natal de Papá Noel”. Por ella pasa el paralelo que delimita por el sur el casquete polar del Ártico. Unos 150 km más al norte de Rovaniemi (en línea recta) está Saariselkä, un pequeño pueblo perteneciente al municipio de Inari y antesala del Parque Natural de Urho Kekkonen.

Al contrario del resto de Finlandia, que es prácticamente llano, el área de Saariselkä-Kiilopää es rica en colinas, lo que la convierte en un paraíso natural para la práctica de los deportes de invierno (esquí nórdico, esquí alpino, raquetas, fat bike), el senderismo y el BTT. El paisaje típico de esta zona es el llamado “tunturi“, un término de origen sami que significa “tundra” y que hace referencia a las montañas redondeadas de Fenoscandia, de baja altitud (400-700 m), de cumbre pelada cubierta de tundra y de flancos boscosos.

Uno de los factores más determinantes de la peculiar idiosincrasia de este apartado rincón del mundo son los ciclos extremos de horas de luz, determinados por su ubicación tan septentrional. En los meses centrales del año, los días son mucho más largos que las noches, hasta el punto de que desde finales de mayo hasta mediados de julio, el sol llega incluso a no ocultarse tras el horizonte. Por el contrario, en el crudo invierno, la noche es la protagonista, de forma que desde finales de noviembre hasta mediados de enero, el sol no llega a salir. Es la llamada “noche polar” o “kaamos” (“tiempo de oscuridad” en finés), que en lugares muy al norte como Utsjoki, ubicado a escasos kilómetros del Mar de Barents, dura prácticamente 2 meses. Y son precisamente los cielos de las gélidas noches árticas, en las que las temperaturas rondan fácilmente los 20 o 30 grados bajo 0, el escenario de uno de los fenómenos naturales más espectaculares de nuestro planeta, las auroras boreales. Una “aurora polar” es un fenómeno lumínico que se observa en el cielo nocturno, preferentemente de los polos, motivado por el impacto de partículas solares cargadas contra la magnetosfera terrestre. Se trata de eyecciones de la masa coronal del Sol, conocidas como “viento solar”, que al chocar contra nuestra esfera protectora, se van desplazando a lo largo de la misma, concentrándose en los polos del campo magnético de la Tierra. Cuando no se puede almacenar más energía, ésta se dispara en forma de radiaciones electromagnéticas sobre la ionosfera terrestre, generando el efecto visual de una “aurora”, término que hace referencia a “Aurora“, la diosa romana del amanecer. Si el fenómeno se produce en el hemisferio sur se denomina “aurora austral” (del Latín “Auster“, que significa “Sur”), mientras que cuando lo hace en el hemisferio norte se conoce como aurora boreal (del griego “Bóreas“, que significa “norte”). Las auroras pueden adoptar formas muy diversas, como arcos, ondas, rizos, o incluso estructuras verticales que semejan rayos. Son dinámicas y su apariencia puede cambiar en cuestión de segundos. Además pueden ser de diferentes colores, los cuales están relacionados con el tipo de átomos o moléculas excitados por el viento solar, así como con el nivel de energía que alcancen. Simplificando, el oxígeno es el responsable de los dos colores primarios de las auroras, el verde/amarillo y el rojo/morado, mientras que el nitrógeno produce una luz más azulada.

La caza de las auroras boreales o “nothern lights“, que tiñen de magia el invierno finlandés coloreando el cielo polar con sus trazos caprichosos, no es una empresa fácil. Para poder hacerlo se tienen que dar dos condiciones: que el cielo esté despejado, al menos parcialmente, y que haya actividad solar. Para ser sincero, he de decir que lo que capta una cámara fotográfica réflex y lo que realmente percibe la retina humana no es lo mismo. Las fotografías dan una imagen artefactada de la realidad, muy espectacular, pero que es el resultado de mantener la exposición durante varios segundos. Con ello y con otros trucos como usar la apertura máxima de la lente, fijar el ISO entre 3200 y 6400, y ajustar el balance de blancos a 3200k, se consiguen curiosas imágenes, resultado de la fusión de los trazos de la aurora a lo largo del intervalo de tiempo en el que el obturador está abierto. Lo que ve el ojo humano es también muy bonito, pero es una imagen aislada a tiempo real, que dista mucho en intensidad y matices de lo que se muestra en una fotografía profesional. Nosotros elegimos 3 lugares en el entorno de Saariselkä para buscar las auroras y pudimos fotografiarlas con más o menos suerte y destreza.

El primero fue la “Snowshoeing Kota” de Pelastuskeskus, ubicada a escasos 600 m de la carretera de Rovaniemi (Rovaniementie), a las afueras de Saariselkä. Esta cabaña tradicional sami, alejada de la contaminación lumínica del pueblo, es un excelente lugar para observar auroras boreales. De paso, pudimos disfrutar de una auténtica barbacoa hecha en su fogón de leña, que aprendimos a encender artesanalmente con un chisquero y unos retazos de madera de koivu (“abedul” en finés).

El segundo escenario fue la zona de Rönkönvaara, ubicada al S de Saariselkä y al N de Kakslauttanen, por la que realizamos una ruta en trineo tirado por renos circunvalando el helado Lago de Aholammit.

Y el tercer y último lugar fue la cumbre del Kaunispää (438 m), donde estuvimos alojados durante nuestra estancia en Laponia.

Descubre más detalles acerca los recorridos y de la zona en los siguientes enlaces de Wikiloc:
En busca de la Aurora Boreal desde Saariselka (I): Snowshoeing Kota (Pelastuskeskus)
En busca de la Aurora Boreal desde Saariselkä (II): Ruta en trineo de renos por Rönkönvaara y el Lago de Aholammit

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