Nacimiento del Río Henares desde Guijosa por el Castro de Castilviejo, Cubillas del Pinar, Horna y la Ermita de Quintanares

FUENTE DE INFORMACIÓN: Cartografía del Instituto Geográfico Nacional, visor Iberpix 4.
FOTOGRAFÍA: iPhone 14 Pro.
ZONA: Valle del Alto Henares, Sierra Ministra.
DESDE: Guijosa (993 m), Guadalajara.
CERCA DE: Guijosa, Cubillas del Pinar, Horna, Sigüenza.
ÉPOCA: febrero de 2023.
ÉPOCA RECOMENDADA: de otoño a primavera.
TIPO DE RUTA: circular.
NIVEL DE DIFICULTAD: moderado.
Datos descargados de GPS GARMIN Fénix 7: Longitud: 14,5 km. Desnivel acumulado positivo: 268 m. Desnivel acumulado negativo: 268 m. Cota máxima: 1157 m. Cota mínima: 1032 m. Tiempo empleado: 4 h 32 min (con paradas para sacar fotos y marcar waypoints). Tiempo en movimiento: 3 h 12 min.
MATERIAL: GPS, senderismo.
AGUA: fuentes en los pueblos. Se cruzan los Arroyos de Carraestriégana, Barranco de la Hoz, Mocho, de la Fuentecilla y de la Cruz del Muerto; y se pasa junto al Río Henares.
TIPO DE FIRME: sendero, trocha, campo a través, carretera.
SEÑALIZACIÓN: no.

ITINERARIO:
Guijosa (993 m) – Camino Estriégana – Arroyo de Carraestriégana – Barranco de la Hoz – Castro de Castilviejo de Guijosa (1156 m) – GU-125 – Cubillas del Pinar – Monte de Cuyas – Arroyo Mocho – Eras de la Cruz – Horna – Fuente del Jardín, Nacimiento del Río Henares – Horna (1095 m) – Eras de la Cruz – Ermita de la Virgen de Quintanares – Arroyo Mocho – El Portillo (1110 m) – Senda de los Pardales – Arroyo de la Cruz del Muerto – Guijosa.

Descárgate la ruta y accede a más información (mapas, waypoints, altimetrías, fotos) en el siguiente enlace de Wikiloc:
Nacimiento del Río Henares desde Guijosa por el Castro de Castilviejo, Cubillas del Pinar, Horna y la Ermita de Quintanares

LA RUTA:
La de hoy es una circular entre Guijosa y el Nacimiento del Río Henares, ubicado en las inmediaciones de Horna. La ida la hicimos por el Castro de Castilviejo y Cubillas del Pinar, y la vuelta por la Ermita de la Virgen de Quintanares y la Senda de los Pardales.

Partimos de Guijosa (993 m), pedanía de Sigüenza y famosa por su castillo, construido por orden de Don Íñigo López de Orozco hacia mediados del S.XV.

Aparcamos junto a la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, un precioso templo románico. Es del S.XIII, aunque ha sufrido reformas posteriores y se conserva poco de la construcción original.

Comenzamos callejeando por el pueblo, que encontramos desierto, pasando por la Plaza del Olmo y su fuente, la Plaza Mayor y la Calle Real. En ésta se pueden ver, sobre las fachadas de dos de las casas, una placa homenaje en honor al violero José Luis Romanillos y un azulejo con una adivinanza. Al parecer hay 8 repartidas por la aldea y fueron obra de Carmelo del Amo Martín, un antiguo pastor fallecido en 2013, que las hizo para sus nietos.

En la esquina entre las Calles Real y de la Fuente arranca el Camino Estriégana, por el que iniciamos realmente la ruta.

A los 400 m encontramos una bifurcación e indicaciones de dos itinerarios locales de senderismo. Continuamos por la izquierda, cruzando un congelado Arroyo de Carraestriégana.

Un poco más adelante, tras dejar a la derecha unas viejas majadas, abandonamos el camino desviándonos a la izquierda por un estrecho sendero, por el que vadeamos el Barranco de la Hoz, también helado.

A partir de ahí nos adentramos en la espesura del precioso encinar de Castilviejo, en el que el sendero se difumina y hay que subir buscando el mejor paso entre la arboleda, ya sea campo a través o enlazando pequeñas trochas.

En su parte alta, coronando el cerro (1156 m), encontramos el Castro de Castilviejo de Guijosa, anunciado por un cartel informativo.

Lo que hoy vemos es un yacimiento arqueológico, del que se tiene conocimiento desde el año 1929, aunque no fue excavado hasta 1977. Las ruinas corresponden a un antiguo castro celtíbero, que fue levantado aquí entre los S.IV y III a.C. No obstante, con anterioridad a la ocupación celtíbera, existió en el lugar un poblado de la Edad del Bronce tardía (S.XII-X a.C.) y tras la misma (S.X), fue también una atalaya o puesto defensivo musulmán que controlaba la zona. El recinto, de unos 3000 m2 , tiene forma de triángulo isósceles y su diseño responde a su vocación eminentemente defensiva. La base del triángulo, que asoma al O, estaba protegida por una muralla de unos 90 m de longitud y 2 m de espesor medio. En su extremo S había una torre, ubicada en el codo que ponía fin al muro y daba paso al acantilado sobre el Barranco de la Hoz. Los otros dos lados del triángulo tenían una protección natural, ya que asoman directamente al barranco y la ladera es tan pendiente y escarpada que resultaban prácticamente inaccesibles. Delante de la muralla y separado de ésta por un foso, estaba el “Chevaux de frise” o “Campo friso”, otro elemento protector constituido por dos grupos de piedras hincadas que dificultaban notablemente el avance enemigo. Entre ambos, un estrecho pasillo central de unos 4 m, por el que debían entrar obligatoriamente las caballerías y carros que quisieran acceder al interior del castro.

Imagen tomada y modificada de Wikipedia.

Tras recorrer la muralla en dirección N, giramos a la derecha hasta dar con una rudimentaria trocha, por la que descendimos del cerro hacia la carretera GU-125. La bajada no es difícil pero es bastante pendiente. Una vez abajo, giramos a la derecha y continuamos por asfalto aproximadamente 1 km hasta llegar a Cubillas del Pinar (1150 m).

Esta pequeña pedanía de Sigüenza, que cuenta con apenas 14 habitantes (que no vimos), destaca por su Iglesia Parroquial románica del S.XII, dedicada a San Juan Bautista.

A la salida de la aldea dejamos la carretera, bajando por un sendero a la izquierda que conduce a las Tinadas de Rangil. Antes de llegar a éstas, en un cruce de caminos, giramos a la izquierda por el Camino de Cubillas del Pinar a Horna.

La pista, ancha y en buen estado, baja inicialmente por el Monte de Cuyas, cruza el Arroyo Mocho y luego discurre entre campos de labor hasta llegar a las Eras de la Cruz, antesala de Horna, la llamada “Cuna del Henares“.

Allí ignoramos el Camino de la Ermita de Quintanares (por el que luego volvimos) y seguimos de frente. Tras cruzar sobre la vía férrea y un ruinoso apeadero, entramos en el pueblo (1095 m), que nos recibió deliciosamente yermo.

Sobre los tejados de las casas, la mayoría de piedra en excelente estado, destaca la espadaña recortada de la Iglesia de San Miguel Arcángel (S.XVIII), con su solemne campanario de tres vanos.

En su costado N está la Plaza Mayor, donde encontramos una fuente, el frontón y la restaurada Torre del Reloj. Esta última, que ennoblece la anexa pared del frontón, fue levantada en el S.XVIII y tiene el honor de haber albergado el reloj de torre más antiguo de Guadalajara. Se trata del “reloj macho de Horna“, que data del año 1790 y cuyo mecanismo, tan rústico como sólido, cuidó con esmero durante años un tal Ezequiel Rupérez, el herrero sordomudo del pueblo. El era quien, quizá por nostalgia, quizá por vocación, se convertía cada día en anónimo relojero y subía los cuatro pisos de la torre por una escalera desvencijada, portando las pesadas piedras necesarias para darle cuerda al reloj. Por cierto, que lo de “macho” le viene a éste del hecho de que, cuando funcionaba, su poderoso tic-tac se escuchaba desde la plaza. Por desgracia, al hacerse mayor el herrero, el reloj se paró en las tres y cuarto, se cubrió de telarañas y nunca más volvió a funcionar. Paradojas de la vida, mientras en Madrid se celebraba a bombo y platillo el 150 aniversario del Reloj de la Puerta del Sol, casi 100 años más jóven (año 1866), Horna y su cabeza de municipio, Sigüenza, seguían enterrando y condenando al olvido a su viejo tesoro.

El Nacimiento del Río Henares se halla unos 500 m al N del pueblo y se accede a él por un camino que pasa por la antigua Ermita de la Soledad y por el Puente de la Vía Vieja. La primera, cuya cicatriz central la hiere hoy de muerte, es un pequeño templo de planta cuadrangular, que fue construido en el S.XVI (año 1571) sobre tramos de la calzada romana que, pasando por Segontia (Sigüenza), unía Caesar Augusta (Zaragoza) con Emerita Augusta (Mérida).

El lugar en cuestión, llamado “Fuente del Jardín“, es una pequeña depresión ubicada al pie de las estribaciones occidentales de Sierra Ministra, la cual separa Horna de tierras sorianas. Allí confluyen dos barrancos, el de Valdemino y el de La Escaleruela, para dar lugar al Henares, que inicia aquí un viaje que lo llevará Alcarria abajo hasta Madrid, donde, después de 158 km, entregará sus aguas al Jarama a la altura del Soto de la Quica. El río, que a lo largo de su curso dará nombre, entre otras localidades, a la cuna de Cervantes y capital de la comarca (Alcalá), arranca humilde, apenas un reguero que surge tímidamente de un anegado juncal, protegido con una alambrada por el Ayuntamiento de Sigüenza. Dicen que, antiguamente, se podía ver brotar el agua de varias fuentes, pero a día de hoy están secas o cubiertas de vegetación. Lo que sí puede verse es un desgastado monolito, a cuyo pie estaba el primero de los manantiales y en el que está labrada la inscripción “1877. Origen del río Henares”. Por desgracia, el paso del tiempo lo borra casi todo y ya no se lee, aunque ha sido sustituida por una placa de “punto selfie” con un QR 😢. Cosas del progreso !!!

Tras deshacer lo andado hasta las Eras de la Cruz, tomamos ahora el desvío hacia la Ermita de Nuestra Señora de Quintanares, que se alza solitaria en medio de la campiña a unos 2 km del pueblo. Fue construida en el S.XVIII y la Virgen a la que está consagrada es la patrona de Horna, la cual, según la tradición, se apareció en este lugar a una vecina llamada Dña. Violante. La devoción por ella es enorme en la zona y no en vano, todos los meses de junio se celebra aquí una romería mariana, con procesión por la pradera, misa y comida popular.

Un poco más adelante hay un precioso crucero y a su lado el Río Henares, que dejamos embrión y encontramos ya con el brío de un adolescente.

Después de caminar unos metros a su vera, nos desviamos a la izquierda hacia las colinas de El Montecillo, cruzando por segunda vez el Arroyo Mocho. Al principio hay camino, pero al final de la subida se torna en una trocha que termina en el pequeño collado de El Portillo (1110 m).

Desde allí oteamos ya la llanura de Guijosa, hacia la que bajamos primero campo a través por el borde de las eras y luego por la Senda de los Pardales, vadeando el Arroyo de la Cruz del Muerto.

Desde el punto de vista técnico, el recorrido carece de dificultad, y quitando un par de tramos campo a través y la bajada del castro, es cómodo senderismo.

En resumen, una preciosa y fácil ruta por los confines septentrionales de la meseta alcarreña, que nos descubre el Valle del Alto Henares, combinando a la perfección Naturaleza e Historia.

Bibliografía: 
"El reloj macho de Horna". Luis Monje Ciruelo, 2016, nuevalacarria.com
"Horna, en la Cuna del río Henares". José Serrano Belinchón, 2012.