FUENTE DE INFORMACIÓN: Cartografía del Instituto Geográfico Nacional, visor Iberpix 4. FOTOGRAFÍA: iPhone 14 Pro. ZONA: Entorno del Río Tajuña, Guadalajara. DESDE: Abánades (1039 m), Guadalajara. CERCA DE: Abánades, Renales, Laranueva, Sacecorbo. ÉPOCA: mayo de 2023. ÉPOCA RECOMENDADA: fuera del verano. TIPO DE RUTA: lineal, ida y vuelta. NIVEL DE DIFICULTAD: moderado. Datos descargados de GPS GARMIN Fénix 7: Longitud: 17,78 km. Desnivel acumulado positivo: 335 m. Desnivel acumulado negativo: 335 m. Cota máxima: 1058 m. Cota mínima: 983 m. Tiempo empleado: 5 h 37 min (con paradas para sacar fotos y marcar waypoints). Tiempo en movimiento: 4 h 10 min. MATERIAL: GPS, senderismo, calzado con buen agarre. AGUA: 2 fuentes en Abánades. Río Tajuña. TIPO DE FIRME: camino, sendero, trocha. SEÑALIZACIÓN: no.
ITINERARIO:
Abánades (1039 m) – La Muela – Paraje del Picarón – Molino del Picarón, Antiguo Molino Quemado – Hoces del Tajuña – Molino Cuadrado (995 m) – Cerro-Mirador de las Hoces (1059 m), y vuelta por el mismo camino.
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Hoces del Río Tajuña desde Abánades

LA RUTA:
La ruta de hoy recorre las Hoces del Tajuña desde Abánades.
Partimos de Abánades (1039 m), un pequeño pueblo guadalajareño perteneciente a la Comarca de Molina-Alto Tajo y ubicado a la vera del río Tajuña. Las primeras referencias históricas del mismo datan del S.XIV, cuando estaba incluido en la jurisdicción de Medinacelli. La zona en la que se asienta, al N de La Alcarria y del Parque Natural del Alto Tajo y al S de Sigüenza, se conocía antiguamente como Sierra del Ducado. Entre su patrimonio destaca la Iglesia Parroquial románica de San Pedro (Cátedra de San Pedro en Roma), que data del S.XIII aunque fue reconstruida en el XVI, y la Ermita de Nuestra Señora de las Mercedes (año 1859).



Aunque la ruta se puede empezar en un aparcamiento que hay en el lateral de la carretera GU-928, junto al desvío hacia el Paraje del Picarón, nosotros preferimos salir desde pueblo. Aparcamos en un merendero a la orilla del Tajuña, al que accedimos desviándonos antes del puente, por la derecha del letrero que anuncia el municipio.




Arrancamos por un camino vecinal que, tras pasar bajo una bonita acequia, discurre primero a la vera del río y luego hace una curva entre los huertos de La Muela para llegar al Paraje del Picarón.







Obviando por la derecha la puerta del cuidado complejo de turismo rural, continuamos pegados a la tapia del mismo bajo una imponente chopera.



Al llegar al Molino del Picarón o Antiguo Molino Quemado nos encontramos otra puerta del centro cerrada con candado. Por la derecha de la misma, el camino da paso a un estrecho sendero que sigue paralelo al muro hasta el final de la finca.






Frente a la puerta O del recinto retomamos el sendero, que a partir de ahí serpentea por un espeso bosque de ribera poblado por quéjigos, majuelos, barbadejos, saucos y fresnos, entre los que apenas se deja ver el río.



Pasadas unas curiosas ruinas que hay bajo la Boca del Sargal, el río traza un meandro hacia el S, el primero de unos cuantos en su transitar por las Hoces hasta el Embalse de la Tajera.



Enseguida llegamos a una pequeña represa de la que parte una acequia y la senda continúa paralela a ésta hasta llegar a una antigua piscifactoría. Primero pasamos sobre las viejas piscinas y luego por las abandonadas instalaciones ubicadas en una amplia pradera, vestigios de la fuente de recursos que otrora fue este río, afluente del Jarama y el segundo río de mayor longitud de la Cuenca del Tajo, solo superado por el propio Tajo.







Al pie del Cerro de Peñalba terminamos desembocando en un camino ancho. Por la izquierda hay un puente, pero nosotros seguimos de frente sin cruzar el río.




Por delante, el tramo más cómodo de la ruta, unos 2,7 km en los que pasamos por las piscinas de otra piscifactoría y transitamos plácidamente a la vera del Tajuña, al que merece la pena asomarse de vez en cuando.









Bajo la ladera de Las Hoyas, coincidiendo con unos pequeños saltos de agua, el camino se torna en una senda estrecha, por la que progresamos en dirección a las paredes calizas del margen derecho del cañón.





A los 600 m desembocamos de nuevo en un camino al uso, por el que giramos a la izquierda para llegar al Molino Cuadrado.







El viejo molino, ubicado al pie de la ladera de La Lastrilla, es propiedad de la Familia Barbas, como indica un letrero que hay sobre su puerta. La casa se ve cuidada y con signos de actividad vital.



A su lado hay dos pasarelas, una de madera que cruza un pequeño arroyo que baja por la ladera y otra, un tanto inestable, sobre el Tajuña.




A partir de ahí no hay sendero como tal y hemos de progresar atrochando en diagonal por la térrea ladera N del cañón hacia el cerro que vemos enfrente. Se sube bien, pero hay algún tramo algo expuesto en el que hay que tener cuidado de no resbalar.




La vistas de las Hoces desde la cima del cerro (1059 m) es majestuosa, sobre todo si descendemos unos metros por la ladera hasta alguno de los promontorios rocosos desde los que se ve el río. Si no se tiene vértigo merece la pena. La caída es vertical, por lo que hay que extremar las precauciones. A mi se me levantó un buitre a escasos metros y me dio un buen susto.





Avanzando un poco hacia el O podemos asomarnos a la Hoz bajo la Punta de la Tomellosa, pero las vistas son peores, ya que el espeso bosque nos oculta el río. Al otro lado se puede ver la senda que conduce al Embalse de la Tajera, pero nosotros lo dejamos aquí, con la promesa de volver para hacer el tramo restante.

La vuelta la hicimos por el mismo camino de la ida. Justo antes de llegar al merendero, cruzamos el río por una pasarela de madera para callejear por el pueblo.







Desde el punto de vista técnico, el recorrido carece de dificultad, a excepción de la mencionada ascensión al cerro.
En resumen, una ruta preciosa por un entorno sorprendente, que nos cautivará por la riqueza del bosque, la belleza del río y la espectacularidad de las vistas de las hoces.