Gayuba

La gayuba es una planta rastrera o arbusto perteneciente a la familia de las eriáceas que tapiza con sus diminutas hojas los claros de los bosques y las laderas de alta montaña.

Es una mata perenne, de apenas medio metro de alto, con los tallos rastreros, las hojas pequeñas, ovales, duras y lustrosas, y las flores rosadas en forma de campanas. Las bayas son unas diminutas esferas de color rojo vivo.

La gayuba es especialmente prevalente en los Pirineos, prepirineo, áreas montañosas del Sistema Ibérico y en la cuenca del Ebro. En el Sistema Central yo la he encontrado sobre todo en la Sierra del Ocejón (Ayllón Oriental), aunque aisladamente se puede ver en muchas otras sierras.

Su nombre, Arctostaphylos en griego y uva-ursi en latín, se traduce por “uva de osos”, indicando la querencia que estos plantígrados muestran por las bayas de este arbusto como un alimento para el otoño. Además de los osos, también lo disfrutan zorzales y urogallos, mientras que para el ser humano resulta incomestible.

Las propiedades medicinales de la gayuba ya eran sobradamente conocidas en la Edad Media, y no solían faltar en los recetarios de las boticas de los monasterios castellanos. Las hojas de la gayuba contienen abundantes taninos, ácidos ursólico, alantoína, así como un glucósido, la arbutina, que al parecer es eficaz para destruir las bacterias de la orina. Por todo ello, se ha empleado en el tratamiento de infecciones urinarias y también como astringente, antidiarreico, hemostático y antiinflamatorio. Como usos curiosos destacan su bebida como te en Rusia y el que le dan algunas tribus indígenas de Canadá, que fuman sus hojas picadas como tabaco por sus supuestos efectos narcóticos.